Los mandalas son diagramas o representaciones esquemáticas y simbólicas utilizadas en el budismo y el hinduismo. Estructuralmente, el espacio sagrado (el centro del universo y soporte de concentración), es un círculo inscrito dentro de una forma cuadrangular.
En la práctica, los iantra hindúes son lineales, mientras que los mandalas budistas son figurativos. A partir de los ejes cardinales se suelen sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mandala. Los mandalas son utilizados desde tiempos remotos. Tienen su origen en la India y se propagaron en las culturas orientales. También en las indígenas de América y en los aborígenes de Australia.
La mayoría de las culturas posee configuraciones mandálicas o mandaloides. Frecuentemente con intención espiritual. La mandorla del arte cristiano medieval, los laberintos del pavimento de iglesias góticas, por ejemplo. También, las chacanas del mundo andino, los diagramas de los indios pueblo, etcétera.
En la cultura occidental, fue Carl G. Jung, quien los utilizó en terapias con el objetivo de alcanzar la búsqueda de individualidad en los seres humanos. Jung solía interpretar sus sueños dibujando un mandala diariamente. En esta actividad descubrió la relación que éstos tenían con su centro y a partir de allí elaboró una teoría sobre la estructura de la psique humana. Según Carl Jung, los mandalas representan la totalidad de la mente, abarcando tanto el consciente como el inconsciente. Afirmó que el arquetipo de estos dibujos se encuentra firmemente anclado en el subconsciente colectivo. Los mandalas forman un diagrama cosmológico muy utilizado para la meditación.
Los mandalas son una serie de formas geométricas concéntricas organizadas en diversos niveles visuales. Las formas básicas más utilizadas son: círculos, triángulos, cuadrados y rectángulos. Estas figuras pueden ser creadas en forma bidimensional o tridimensional. Por ejemplo, en la India hay un gran número de templos realizados en forma de mandalas. Los diseños son muy variados, pero mantienen características similares. Un centro y puntos cardinales contenido en círculos y dispuestos con cierta simetría.
El hecho de dibujar e imprimir mandalas para pintarlos, es un camino para el embellecimiento interior. También para desarrollar la armonía del cuerpo, del espíritu y del alma. Inconscientemente nuestra mente elije las formas y los colores a emplear. Con ello damos fiel reflejo de nuestro estado sentimental, moral y espiritual, en ese momento. Si nos damos cuenta unas veces tendemos por unos colores, en la que otras prácticamente ni los usamos. Así los colores tienden a tener sus interpretaciones, bien en estado positivo o negativo.
Terapia con mandalas
El trabajo de meditación con mandalas puede consistir en la observación o el dibujo de éstos. En el primer caso, con sólo sentarte en un lugar cómodo, lograr una respiración rítmica y profunda, y disponerte a observar algún mandala de tu elección, puede llevarte a un estado de relajación y te sentirás más alerta ante los hechos que suceden a tu alrededor. El proceso de observación puede durar entre tres y cinco minutos. En el segundo caso, puedes dibujar mandalas o colorearlas. Se recomienda que si estás vinculándote con estas imágenes, comiences por pintarlas. Para ello, escoge un modelo que te inspire, selecciona los instrumentos (colores, marcadores, acuarelas, por ejemplo), y luego instálate en un sitio tranquilo.
Puedes ponerte música si lo deseas y comienza tu trabajo. Hay técnicas variadas, todo dependerá del tu estado de ánimo y de lo que el mandala que desees pintar te transmita. Si crees que necesitas ayuda para exteriorizar tus emociones, puedes colorearlas de adentro hacia fuera. Si por el contrario, quieres buscar tu centro, píntalas de afuera hacia adentro. Este es un trabajo que puede hacer cualquier persona, sin importar su edad o religión. Es una práctica sencilla que redundará en beneficios personales y en la consecución del equilibrio interno.
Cuando trabajamos con los mandalas estamos emprendiendo un viaje hacia nuestra esencia, iluminando zonas del camino que hasta entonces habían permanecido obscuras. Permitimos así que brote la sabiduría de nuestro inconsciente. El mandala es una puerta hacia la zona más íntima del ser humano. Representa la condensación ordenante del universo. Mediante su diseño, contemplación y meditación el ser humano toma contacto con lo espiritual. Y pasa a formar parte del todo armonioso, trascendiendo sus limitaciones presentes y las ataduras a su mundo material y conceptual.