Esta baraja del Tarot de Mantegna de la que se conservan una decena de ejemplares en diversas bibliotecas y museos, se realizó en Italia, en Ferrara o en una ciudad del Véneto y se conoce también con el nombre de Cartas de Baldini, aunque irónicamente no fue creado ni por Mantegna ni por Baldini.
Pocos rastros ha dejado el autor, o los autores, de las láminas del Tarot de Mantegna. Ningún dato nos informa sobre él, ni sobre la fecha en la que fueron realizadas las láminas, ni siquiera sobre el lugar en el que vieron la luz. Aún así, algunos expertos señalan que, posiblemente, el verdadero autor era el pintor Francesco del Cossa (1436-1477) de Ferrara (Italia), pero no hay nada claro, pues son muchos los que aseguran que las dos versiones pertenecen a autores distintos, y se dan varios nombres: entre los que también figura el de Andrea Mantegna (1431-1506), que es quien da nombre a la baraja.
Es difícil precisar hasta que punto podemos hablar de Tarot propiamente dicho cuando nos referimos a esta baraja, aunque es innegable que muchos de los Arcanos Mayores que nosotros conocemos ya aparecían en ella.
En su conjunto, el Tarot de Mantegna representa una síntesis del enciclopedismo medieval; en detalle, son un microcosmos donde se han representado cinco ‘clases’ de figuras que corresponden con la realidad social del tardo Medioevo, con su dimensión intelectual y su mundo espiritual.
¿Cómo es el tarot de Mantegna?
Se trata de un conjunto de cincuenta grabados en forma de cartas de juego, de los que se han conservado dos versiones completas; una versión está numerada con las letras A, B, C, D y S, mientras que la segunda versión está marcada con las letras A, B, C, D y E; las dos versiones se han identificado por la diferencia en la última letra. Estas 50 cartas están divididas en 5 palos de 10 cartas cada uno, de acuerdo con el concepto pitagórico y platónico que considera la plenitud universal de la realidad como el número perfecto 10.
Además, las tarjetas numeradas en cifras romanas y árabe se encuentran colocadas de acuerdo con un estricto orden jerárquico. Los palos son: Las clases sociales que van desde el mendigo hasta el Papa; Las nueve musas; Las artes y las ciencias; Las virtudes y principios del Cosmos donde las virtudes teologales se mezclan con las cardinales de Platón: entre ellas nos encontramos a la Templanza, la Fuerza y la Justicia.
Pero hay una curiosidad más en el tarot de Mantegna y es que en esta serie se introducen a tres personajes de difícil clasificación que son Iliaco (se le relaciona con la Astronomía), Crónico (con la Cronología) y Cósmico (con Cosmología). Los planetas que eran los 7 conocidos hasta entonces más La Octava Esfera, el Poder Celestial o Primer Impulso y la Luz Divina o Primera Causa.
Estos palos están representados con ilustraciones de la antigua sociedad medieval y se cree que esta baraja podía tener una finalidad educativa. En las tarjetas de este tarot se refleja un humanismo filosófico, una manera de entender la vida y el tiempo.
La primera de ellas representa al Mísero, el hombre pobre y errante, que simboliza el lugar más bajo de la creación. La última representa la Primera Causa del Universo, es decir, lo más elevado de la Creación. Entre ellas se halla una escalera de cuarenta y ocho peldaños, representados por cada una de las otras láminas.
Las diez primeras cartas representan diferentes edades del hombre y diferentes clases sociales. Entre la carta numero 11 y la 20, se ven reflejadas las nueve hijas de Júpiter y Mnemosina, son nueve musas que se reflejan con instrumentos de música y una esfera.
Entre las cartas 21 al 30, encontramos la evocación de las artes. Entre la carta 31 a la 40 aparecen los principios cósmicos y las siete virtudes. Y por último, las cartas del 41 al 50, donde aparecen cinco planetas, el sol y la luna. Las cartas con los números 48, 49 y 50, corresponden al Universo donde la Tierra es el centro, son las que hemos mencionado ya anteriormente: La Octava Esfera, el Poder Celestial o Primer Impulso y la Luz Divina o Primera Causa.
Algunas de sus cartas destacadas son el servidor, representa a un hombre que tiene una vasija, lo que expresa es el entorno familiar, lo doméstico. El artesano o trabajador, representa la fuerza laboral, el hombre como medio de producción que realiza diferentes actividades para subsistir.
El caballero, refleja la búsqueda de algo específico a pesar de los obstáculos que se presente. El rey simboliza poder, éxito, ante las posibles situaciones a vivir.
El diseño del papel de plata en cada tarjeta coincide en la parte posterior de todas las tarjetas, pero los colores son diferentes en la cara principal de cada grupo. Las primeras 10 cartas: El fondo es de color rosa-durazno y plata, para las siguientes 10: Las Nueve Musas y Apolo, se asigna el azul pavo real y plata. A las 10 tarjetas de las Artes, se les concede el verde mar y plata; A las Virtudes y Genios, el azul hielo y plata, y por último a las Esferas Celestiales, el color amarillo pálido y la plata.
A pesar de su antigüedad y belleza, muchos expertos, opinan que su belleza es más estética que otra cosa, ya que no cuenta con demasiado valor significativo en la expresión de sus dibujos, lo tachan de repetitivo y con menos contenido que el tradicional tarot de Marsella. En cambio sus defensores, lo definen como una herramienta pedagógica y le atribuyen una gran profundidad.