Por la noche y tras haber disfrutado de la cabalgata. y hartos de comer dulces lanzados desde las carrozas, los más pequeños se van a dormir sabiendo que al día siguiente encontraran regalos que les habrán dejado los Reyes Magos de Oriente. Pero… ¿realmente eran tres? ¿Y eran Reyes? ¿o Magos? ¿o siquiera de Oriente?
La tradición cuenta que los Reyes Magos vinieron de Oriente, eran tres e iban guiándose por una estrella que les condujo hasta Belén. Allí buscaron al Niño Jesús y le adoraron ofreciéndole oro, incienso y mirra. En Jerusalén, encontraron al gobernador Herodes el Grande, quien astutamente les pidió que, de regreso, le dijeran donde se encontraba Jesús. Según él, para poder adorarle. En realidad, quería darle muerte, como primogénito de una familia judía. La historia sigue contando cómo un ángel se apareció a los tres reyes magos y les advirtió del peligro que corría Jesús si ellos obedecían el deseo de Herodes. Por lo que no volvieron por el mismo sitio.
Cuántos eran los Reyes Magos
Aunque el relato bíblico dice que eran tres, durante mucho tiempo se consideró que los Reyes Magos fueron siete. También hay autores que hablan de 5, 6 y hasta doce. Según el sabio Salomón, eran tres y provenían de Tarsis, Sabá y Seba. Otra leyenda cuenta que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol Tomás los halló en Saba. Allí fueron bautizados y consagrados obispos y martirizados en el año 70. Parece que sus restos se depositaron en un mismo sarcófago. Santa Elena los llevó a Constantinopla y en el siglo XII Federico I Barbarroja los trasladó a Colonia, donde hoy reposan con las coronas que llevaron durante su existencia. Miles de peregrinos empezaron a llegar a Colonia, lo que propició que en 1248 se iniciara la construcción de la catedral.
Según muchos estudiosos se dice que son tres y que llevaban como regalo oro, incienso y mirra es un símbolo. Así, Melchor, blanco y con barba rubia, representaría a Europa. Gaspar, moreno y de barba negra, sería el mensajero de Asia y Baltasar, el popular rey negro, personificaría al continente Africano. Llevarían oro porque este precioso metal representa la riqueza y el poder de aquel niño al que adoraban. El incienso es para el cristianismo un símbolo de adoración a Dios. Al entregarlo como presente daban a entender que le reconocían como al dios verdadero. Por su parte, la mirra representa el dolor y la capacidad humana del niño dios.
Fue San Mateo el que les dio el título de magos pero la Iglesia lo cambió en el siglo III por “reyes de Oriente” para que sus figuras no se contaminaran de la mala fama de los magos persas. Sí se sabe que eran personas de gran sabiduría, que sabían leer y escribir e interpretar las estrellas. Por ello pudieron darles el nombre de magos.
¿Y la Estrella de Oriente?
Según el relato de Mateo, al encontrarse con el rey Herodes los magos dijeron: «Hemos venido a adorar al rey de los judíos porque vimos su estrella en el cielo». Pero hay un detalle que no encaja. «Las estrellas no se mueven, sirven para orientarse y saber dónde está el norte o el sur; son como una especie de brújula», afirma Christine Allen Armiño, investigadora del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México.
«Es cierto que hay fenómenos astronómicos extraordinarios, como un cometa, o particularmente brillantes, como la conjunción de varios planetas. En ambos casos hay movimiento, pero muy sutil para ser captado desde la Tierra sin instrumentos. La única forma sería comparar la posición del fenómeno en relación con las estrellas, que están fijas en un punto concreto. Pero es muy difícil, porque obviamente no se ve como una flecha en el cielo».
La posibilidad de que fuera un cometa es un dato curioso para la astrónoma, ya que en la Antigüedad se asociaban con catástrofes, plagas y fenómenos negativos. Otro ingrediente interesante es que, según Piñero, hay documentos que hablan de una conjunción entre Júpiter, Saturno y Marte alrededor del siglo VII a. C. «Por eso, algunos escritos podrían haber referido que, en torno del nacimiento de Cristo, hubo un fenómeno luminoso muy llamativo y a partir de ahí, se creó la leyenda».
Según la tradición esotérica aplicada al cristianismo, estos personajes procedían del lugar donde se encontraba el Preste Juan. Personaje muy popular en la Europa de los siglos XII al XVII. Se dice que era un patriarca, sacerdote y rey cristiano que dirigía una nación cristiana aislada entre musulmanes y paganos en Oriente. Los anales escritos de este reinado consisten en colecciones de fantasía popular medieval. Supuestamente descendía de los tres Reyes Magos, y era un mandatario generoso y un hombre virtuoso, que regía un territorio lleno de riquezas y extraños tesoros, donde se encontraba el Patriarcado de Santo Tomás. Su reino contenía maravillas como un espejo a través del cual podía ver todas sus provincias).
Con el tiempo, en países de tradición católica, se adoptó la costumbre de celebrar al mismo tiempo el día de la Epifanía (la manifestación milagrosa de Jesús en la tierra ante los hombres), el 6 de Enero, y la festividad de los Reyes Magos, conjugándose así la manifestación de Jesús al mundo no judío con la fiesta de estos personajes que representaban justamente ese mundo de gentiles. Poco a poco, se fue olvidando el significado verdadero de la palabra epifanía y la convirtió en un sinónimo de adoración de los Magos.
El Origen del Roscón de Reyes
Después que los Reyes adoraron a Jesús, un ángel les avisó que no regresaran donde Herodes y ellos regresaron por otro camino. Herodes, al enterarse que había nacido el Rey que todos esperaban, tuvo miedo de perder su puesto y ordenó matar a todos los niños menores de dos años, entre los cuales se encontraría dicho Rey. La Sagrada Familia huyó a Egipto y el niño Dios se salvó.
Los primeros cristianos tomaron un poco de esta tradición y la mezclaron con la historia de la visita de los Reyes Magos para la celebración de la Epifanía: cambiaron el pan ázimo por pan de harina blanca y levadura, cocida en forma de rosca, endulzándolo con miel y adornándolo con frutos del desierto, como higos, dátiles y algunas nueces.
Para los cristianos, la forma circular de la rosca simboliza el amor eterno de Dios, que no tiene principio ni fin. Los confites son las distracciones del mundo, que nos impiden encontrar a Jesús. El muñequito escondido dentro de la rosca simboliza al Niño Jesús, que los Reyes no encontraban porque la estrella desaparecía. Esta costumbre de los cristianos de Palestina llegó a Europa y posteriormente a América.